«Los
políticos no son una clase aislada en un país. Una crítica fácil y amiga de
zafarse de las responsabilidades, echa sobre los políticos la culpa de todos
los males y dolanzas de un país. ¡Como si todo en un país no fuera coherente,
solidario y correlativo en la causación del bien y del mal! ¡Como si pudiera
darse en la mecánica social algo sin causa, espontáneo y primero! Los políticos
no son ni mejor ni peor que las demás clases sociales. No son ni mejor ni peor
que los médicos, los ingenieros, los industriales, los mercaderes. Pero los
políticos se hallan en una elevada posición, á la vista de todos; sus menores
actos y palabras son comentadas menuda y circunstanciadamente; se escudriñan y
husmean hasta sus intenciones; se llega a hociquear y escarbar aún en su vida
íntima…»
Grabación de un momento de la sesión de "Articularia" comentando el artículo
Azorín (Monóvar, Alicante 1873 - Madrid 1967)
José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo "Azorín" De familia tradicional y acomodada, fue el
mayor de nueve hermanos. Estudió bachillerato interno en los Escolapios de
Yecla, etapa que refleja en sus dos primeras novelas, de fuerte contenido
autobiográfico. Cursó derecho en Valencia, donde se interesa por el krausismo y
el anarquismo y se entrega a febriles lecturas literarias y políticas. Empiezan
sus pinitos periodísticos. Usa los seudónimos de Fray José, en La Educación
Católica de Petrer, Juan de Lis en El Defensor de Yecla, etc. Escribe también
en El Eco de Monóvar, El Mercantil Valenciano e incluso en El Pueblo, periódico
de Vicente Blasco Ibáñez.
Publicó sus primeros trabajos periodísticos en medios
tan radicales como los rotativos y revistas de clara adscripción republicana El
País, El Progreso, Arte Joven, Revista Nueva y Juventud. Llegado el 25 de
noviembre de 1896 a Madrid para seguir sus estudios, se inició en medio de
grandes privaciones en el periodismo republicano (El País (1896), de donde le
echaron; El Progreso (1897), periódico de Alejandro Lerroux), recibiendo sólo
el apoyo de Leopoldo Alas en uno de sus Paliques, donde trabajó como crítico,
bajo los seudónimos de Cándido, en honor a Voltaire, Ahrimán, el dios persa de
la destrucción, Charivari y Este, entre otros. Poco a poco su nombre fue
apareciendo cada vez más en revistas y periódicos importantes: Revista Nueva,
Juventud (firmando con Baroja y Maeztu como grupo de los Tres), Arte Joven, El
Globo, Alma Española, España, El Imparcial, ABC. Al mismo tiempo va publicando
folletos y libros.
www.lavanguardia.com
Texto completo del artículo
Articularia
Este artículo de Azorín, publicado en La Vanguardia el 25/06/1916, se pensó como epílogo de un libro de sus crónicas parlamentarias -una de sus facetas menos conocidas- entre 1904 y 1916. El ser diputado cinco legislaturas, le permitió conocer bien los entresijos de la política. Nos ofrece la visión que tenían en la época de los políticos, que nos sirve para contrastar con la que tenemos hoy.
El debate se centró en cómo, frente a las críticas hechas a los políticos: "culpa de todos los males", "escasa curiosidad mental", Azorín sale en su defensa señalando que estos no son ni mejor ni peor que el resto de grupos sociales, al ser todos ellos fiel reflejo de la sociedad en la que insertan. El ensalzamiento de esta defensa nos pareció excesivo a la mayoría, aunque con matices, para unos sincera, para otros injustificada, "qué puede decir un político de sí mismo...", "estomago agradecido...". Alguien destacó las "funestas consecuencia de la mala política"; otro la desconfianza entre afines políticamente: "prefiero que la puñalada me la den de frente". En el debate también se destacó la pulida oratoria y preparación de los antiguos políticos en contraste con los actuales, quizás debido a la mayor exigencia social de aquella época, en comparación con la mayor laxitud de la actual.
Desde aquí animamos a participar a todo el que quiera dejar sus reflexiones y lanzamos una propuesta: ¿cómo se podría mejorar la imagen que se tiene de los políticos?
www.lavanguardia.com
Texto completo del artículo
Articularia
Este artículo de Azorín, publicado en La Vanguardia el 25/06/1916, se pensó como epílogo de un libro de sus crónicas parlamentarias -una de sus facetas menos conocidas- entre 1904 y 1916. El ser diputado cinco legislaturas, le permitió conocer bien los entresijos de la política. Nos ofrece la visión que tenían en la época de los políticos, que nos sirve para contrastar con la que tenemos hoy.
El debate se centró en cómo, frente a las críticas hechas a los políticos: "culpa de todos los males", "escasa curiosidad mental", Azorín sale en su defensa señalando que estos no son ni mejor ni peor que el resto de grupos sociales, al ser todos ellos fiel reflejo de la sociedad en la que insertan. El ensalzamiento de esta defensa nos pareció excesivo a la mayoría, aunque con matices, para unos sincera, para otros injustificada, "qué puede decir un político de sí mismo...", "estomago agradecido...". Alguien destacó las "funestas consecuencia de la mala política"; otro la desconfianza entre afines políticamente: "prefiero que la puñalada me la den de frente". En el debate también se destacó la pulida oratoria y preparación de los antiguos políticos en contraste con los actuales, quizás debido a la mayor exigencia social de aquella época, en comparación con la mayor laxitud de la actual.
Desde aquí animamos a participar a todo el que quiera dejar sus reflexiones y lanzamos una propuesta: ¿cómo se podría mejorar la imagen que se tiene de los políticos?
2 comentarios:
Este artículo es una buena fuente para comprobar qué imagen se tenía de los políticos en la época del autor. Hoy en día son la segunda preocupación de la población por detrás del paro. Creo que la imagen que se tiene de la labor de un político mejoraría si se estableciera un número limitado de años para estar en la política retribuida y se requiriera también un número de años cotizados previamente en un trabajo no político.
Hay una buena medida que como ciudadanos podemos tomar, ¡Profundizar la democracia! Fortalecer el tejido asociativo para que sirva de acicate y que los políticos no se duerman en los laureles.
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