La inspiración de Las desventuras del joven Werther la
encuentra Goethe en 1772, cursando prácticas de abogacía en el tribunal de Wetzlar: se
enamora de Charlotte Buff, novia y prometida de su colega Johann Christian
Kestner; otro abogado atormentado por un amor no correspondido se suicida
utilizando una pistola prestada por Kestner. Goethe enlaza ambas historias para
su novela de 1774.
Alcanza tal éxito al conectar con el desencanto de las
jóvenes generaciones, que desencadena una epidemia de suicidios de
adolescentes.
Pero hoy en día podemos aislar la novela de su contexto para valorar la capacidad artística de su autor: su sensible exploración de la mente de un joven artista en lucha contra la sociedad y escasamente pertrechado para hacer frente a la vida le otorga el valor de una obra maestra
Johann Wolfgang von Goethe (Frankfurt, 1749-Weimar,
1832)
Escritor y científico alemán.
De inteligencia superdotada e inmensa curiosidad. Encarnación del espíritu de
una patria. Genuino representante del Romanticismo, al que influye con su obra
poética, narrativa y dramática. En vida goza de un prestigio poco común en
gente de la cultura, siendo admirado por generaciones de jóvenes.
Nace
en el seno de una familia patricia burguesa, lo que le asegura contactos en las
esferas influyentes. En ella, el padre se encarga personalmente de la educación
de la prole. En 1765 inicia estudios de derecho en Leipzig, pero una enfermedad
le obliga a regresar a Frankfurt. Recuperada la salud, se traslada a
Estrasburgo en 1770 para proseguir estudios. Es éste un período decisivo, ya
que en él se produce un cambio radical en su orientación poética. Frecuentó los
círculos literarios y artísticos del Sturm und Drang (Tempestad e Ímpetu),
germen del primer Romanticismo y conoció a Herder, quien lo invitó a descubrir
a Homero, Ossian, Shakespeare y la poesía popular. Poco después nace Werther, cuando ejercía la
abogacía. Son detalles de su vida que narra en Poesía y verdad, inacabada autobiografía.
Poco después, se establece en
el pequeño condado de Weimar, donde llega a ministro principal, puesto desde
donde se codea con políticos, científicos, filósofos, músicos, artistas,
literatos, etc., entre los que puede destacar Schiller. Y lugar donde se forma
una pequeña república de la cultura, que brilla con luz propia en la tierra
alemana. Entre 1786-1788 viaja por Italia, lo que deviene en la aceptación de
una estética clásica (en detrimento de la romántica), cuya plasmación queda
patente en Fausto, reveladora también
de su adscripción masónica; obra clásica, en la que trabaja durante décadas,
creadora del mito de cómo el ansia indiscriminada de saber ‒pacto del sabio con
el diablo‒ puede generar miseria. A partir de 1800 está más centrado en su obra
literaria y científica que en la política.
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