miércoles, 13 de marzo de 2019

“Dulce hogar”, de Dorothy C. Fisher


Evangeline es una obsesiva ama de casa cuyo perfeccionismo hace infelices a sus hijos. Sin darse cuenta, vive desencantada y aburrida, aunque se considera una buena madre y esposa. Lester, su marido, poeta y soñador, tampoco es feliz, ni en casa ni en el trabajo. Un accidente cambia la vida de toda la familia al propiciar un radical cambio de papeles: él se ve obligado a quedarse en casa en una silla de ruedas y ella debe ponerse a trabajar fuera del hogar para ganar el sustento de la familia. 


Lo más sorprendente de esta novela -inédita en castellano y considerada la mejor de Dorothy Canfield Fisher- es el año de su publicación: 1924. Si no fuera por algunos detalles que nos sitúan en el contexto histórico de hace casi un siglo, podría estar escrita en nuestro tiempo, dada la tremenda actualidad de las cuestiones que aborda: la conciliación de la vida laboral y familiar, los roles masculino y femenino, la educación de los hijos... 


Dorothy C. Fisher (Kansas,1879- Vermont,1958)

Escribió once novelas, más de un centenar de cuentos, varios libros para niños y un gran número de artículos. Creció en una familia de profesores universitarios y artistas. Su madre la llevó consigo en sus viajes por París y Madrid. Su padre, James Hulme Canfield, fue nombrado rector de la Universidad de Nebraska cuando ella tenía doce años; allí conoció a Willa Cather, compañera de clase de su hermano, quien se convirtió en una amiga para toda la vida. Cuando su padre fue nombrado bibliotecario mayor de la Universidad de Columbia, la familia se mudó allí y ella se doctoró en Francés. En vez de dedicarse a la enseñanza, empezó a escribir cuentos.

En 1907 se casó con M. John Fisher y el matrimonio se fue a vivir a Arlington, Vermont; allí la escritora entra en contacto con la idiosincrasia de las ciudades pequeñas y sus habitantes, que nutrirá buena parte de su obra. En 1912, con los beneficios que le reportó su primera novela, viajó a Roma, donde conoció el método Montessori de educación, cuyos principios están en la base de algunas de las observaciones que se hacen en sus novelas, entre ellas, Dulce hogar. Durante la Gran Guerra, su marido se presentó voluntario para servir en el hospital norteamericano de Neily, y Dorothy decidió acompañarle a París con sus dos hijos. Mientras trabajaba para la Cruz Roja, enviaba artículos sobre el modo de vida francés a algunas revistas norteamericanas.

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