lunes, 10 de noviembre de 2014

"Silvestrito" de Avelino Hernández

De Silvestrito sabemos desde hace más de quince años, cuando, en 1986, lo publicó Editorial Miñón, según cuenta Teresa Ordinas, viuda de Avelino Hernández, en el prólogo a esta nueva edición. Después, y durante bastante tiempo, Pepe Sanz, en la Cadena SER, lo dio a conocer cada fin de semana, no sólo leyéndolo y comentándolo, sino también, cambiando impresiones con niños que telefoneaban. Silvestrito fue, desde entonces, como de la familia.
Aunque explícitamente Avelino no diera el nombre del pueblo, todos hemos supuesto que la historia de este niño está ubicada en el pueblo de Avelino, Valdegeña, donde periódicamente, los miembros de la Asociación Amigos de Avelino Hernández, homenajean al autor soriano.

El largo relato es la historia de un niño, uno de tantos, que en las décadas de los cuarenta y/o cincuenta, vieron la luz en el mundo rural. Sus cuitas, su despertar a la vida, la escuela, los juegos, las trastadas también, todo aquello que un niño hacía en los pueblos rurales, cuando no había televisión, y tampoco muchos posibles. Ese fue, y sigue siendo, el encanto de Silvestrito, escrito en lenguaje llano, y por lo tanto entendible a todo aquél que se acercó y se sigue acercando a esta historia. 

Avelino Hernández (Valdegeña 1944 - Mallorca 2003)

Nació en Soria al pie del Moncayo, entonces un pequeño pueblo de 300 habitantes dedicado a la agricultura. De su infancia, evocó Avelino alguno de los valores que posteriormente le sirvieron para cimentar sus opciones en la existencia: el vínculo, inseparable e íntimo, entre vida humana y naturaleza ; la sensación de libertad, interiorizada de forma tan connatural al hombre como la aspiración del aire al respirar ; el sentido de igualdad  ; y la solidaridad.
Algunos títulos que aportó el autor a la narrativa infantil reflejan no sólo la vivencia feliz de esta faceta personal de "niño de pueblo" sino este entretejido de su sistema de valores: Una vez había un pueblo, Silvestrito, El valle del infierno 

El período formativo de Avelino Hernández le lleva fuera de su provincia. Más tarde se implica en la causa de la lucha contra la dictadura de Franco y su régimen, evolucionando desde iniciales planteamientos de compromiso cristiano. Implicación que le lleva a ser detenido y encarcelado por la tristemente célebre Brigada Político Social .

Instalada  la democracia, comienza su labor literaria.  Igualmente en este momento inicia y desarrolla Avelino una de sus más grandes pasiones: viajar. Algunas de sus obras han surgido de estos viajes: Donde la vieja Castilla se acaba, La historia de San Kildán y El día que lloró Walt Whitman.  
Con posterioridad a 1990 pasa a trabajar en la iniciativa privada como consultor en gestión cultural y promoción sociocultural. Hasta que en 1996 introduce un giro profundo a su quehacer profesional y a su existencia misma: abandonó Madrid y se instaló en la isla de Mallorca en pos de un modelo de vida sosegado y alternativo al frenético que –en su apreciación– el sistema impone.

    

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