jueves, 27 de noviembre de 2014

"El libro de la selva" de Rudyard Kipling

El Libro de la Selva, excelente obra para jóvenes, es también mucho más que eso. Es una de esas obras que, lejos de perder vigencia, sigue encontrando a miles de lectores generación tras generación. El lector avispado encontrará en ella tantos matices como sombras dibuja la luz en el suelo de la jungla. La fábula del niño Mowgli criado por los lobos, del oso Baloo, de la pantera Bagheera y del malvado tigre Shere Khan se ha convertido en un arquetipo universal que reúne, como los grandes mitos, lo mejor y lo peor de las andanzas del ser humano en esa jungla inmensa que es el planeta Tierra.

 Sin embargo, una referencia resulta inevitable: la de considerar prioritaria la intención del autor de invitarnos a reflexionar sobre la dualidad selva-aldea, es decir, naturaleza-sociedad humana, encarnada por Mowgli, que busca angustiosamente su identidad entre estos dos mundos diferentes, pero a los que sólo una actitud de suicida ignorancia puede convertir en totalmente antagónicos. Además de su indiscutible valor literario, El libro de la Selva es una obra sumamente visual, que se presta como pocas para ser acompañada por la interpretación gráfica de artistas que actualizan la visión original de Rudyard Kipling.

Rudyard Kipling (Bombay, 1865 - Londres, 1936)

Nació en la India, donde su padre, oficial del ejército británico, estaba destinado.
Con seis años fue enviado a Gran Bretaña para cursar sus estudios y regresó a la India en 1882. Allí trabajó como periodista, experiencia que influiría en su estilo literario, directo y muy preciso. Después viajó por África, Asia, América y Europa, para establecerse de nuevo en Gran Bretaña. La obra de Kipling fue reconocida por la crítica y el público contemporáneo, le ofrecieron diversas condecoraciones que siempre rechazó. Solo aceptó en 1907 el Premio Nobel de Literatura, siendo el primer británico en obtenerlo. Los últimos años de su vida los dedicó a viajar junto a su esposa, intentando apaciguar el dolor de haber sobrevivido a la muerte de dos de sus tres hijos.

Su restos reposan en la Abadía de Westminster, honor reservado a los hombres ilustres del Imperio Británico. Su legado: cinco novelas, más de doscientas cincuenta historias cortas y ochocientas páginas de versos. Kipling era un defensor a ultranza del Imperio, de la responsabilidad del hombre blanco de llevar la «cultura y civilización» a los otros pueblos y de los logros de la colonización. Aunque también criticó este mismo sistema que oprimía al individuo en diversas ocasiones. Y, como en este caso, intentó reconciliar a Oriente y Occidente, animales y hombres.

No hay comentarios: