viernes, 17 de octubre de 2014

"Para una tumba sin nombre" de Juan Carlos Onetti


Una serie de personajes, procedentes de Buenos Aires, se encuentran en la ciudad de Santa María, donde cada uno va desgranando un relato. Todas las narraciones convergen en la figura de una mujer que, en la entrada de una estación, cuenta una historia a los viajeros para reunir un dinero con el que proseguir su trayecto. Para apoyar su verosimilitud, se hace acompañar de un chivo… 

Una obra plural, un cruce de caminos y de narraciones, un conjunto de cabos sueltos que al lector le toca atar para entrever el significado profundo de la obra.

Es esto lo que la novela muestra, la construcción de una historia que se lleva adelante combinando pedazos de relatos, imaginación, verdades, mentiras, de distintos protagonistas y un narrador con derecho a contar lo que quiera.



Juan Carlos Onetti (Montevideo, Uruguay, 1909-1994)

Escritor uruguayo galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1963 y el Premio Cervantes en 1980. Además de escribir narrativa, ha contribuido con numerosas e interesantes obras a la crítica literaria. Onetti comenzó a escribir relativamente tarde y, después de publicar su primera novela, El pozo (1939), "cifra de toda su obra posterior", acudió a la Universidad en Buenos Aires y desempeñó gran cantidad de trabajos diferentes. Trabajó como periodista para la agencia Reuter y para otras organizaciones en Buenos Aires, y como director de las bibliotecas municipales de Montevideo. Cuando se instauró la dictadura militar en 1973 fue encarcelado. Este hecho transformó su vida, y a la salida de la cárcel se exilió en España, donde vivió hasta su muerte.

El tema unificador de toda su obra es la corrupción de la sociedad, sus efectos sobre el individuo y las dificultades para encontrar una respuesta adecuada a ella. Dos grandes escritores, el mexicano Carlos Fuentes y el peruano Vargas Llosa, le consideran el iniciador de la novela contemporánea latinoamericana. En El pozo, el narrador queda efectivamente separado de su ambiente corrupto y predominantemente burocrático por una generalizada incapacidad de comunicación. Tierra de nadie (1942) presenta de nuevo el depresivo y pesimista retrato del paisaje urbano. La vida breve (1950) es su libro más famoso y el primero que el autor sitúa en la imaginaria ciudad de Santa María, donde la respuesta del protagonista a su presente consiste en imaginarse a sí mismo como otra persona. En El astillero (1960) regresa al tema del caos producido en Uruguay por una desmesurada burocracia, y Juntacadáveres (1964) trata de la prostitución y la pérdida de la inocencia. Estas dos últimas obras desarrollan el tema único de Onetti: el del hombre que persigue una ilusión a sabiendas de que lo es y que además es absurda. Se le considera el escritor de la angustia, con claras influencias de Dostoievski, Conrad, Faulkner e incluso Roberto Arlt. Su lenguaje es opaco, denso e indirecto. Con estos antecedentes crea un mundo propio con unos personajes que retoma una y otra vez siempre empeñados en proyectos sin sentido.  

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