martes, 10 de marzo de 2015

"La muerte de Iván Ilich" de León Tolstoi


Iván Ilich, alto funcionario de la administración zarista, está a punto de morir, y no lo sabe.

Estudia, asciende, prospera, se casa, tiene hijos, se convierte en un tipo respetable y disfruta en ocasiones sabiéndose una buena persona que, sin embargo, cuando quisiera, podría ser temido por cualquier ciudadano que tuviera un problema con la justicia.

Iván Ilich está a punto de morir y de repente sí lo sabe. Ese hecho, como era de esperar, provoca que el protagonista se plantee algunas cuestiones que hasta entonces no se había replanteado.


Lev Nikolaevich Tolstoï  (1828-1910)

Nació en la finca familiar de Yásnaia Poliana (sur de Moscú). Hijo del conde Nikolai Ilich, terrateniente, y de María Nikolaievna, princesa Volkonskaia. Su primera infancia transcurrió en Yásnaia Poliana. En 1830 falleció su padre y cuando tenía nueve años, su madre. Los hermanos Tolstói fueron confiados a la tutela de dos tías paternas, pasando a vivir con una de ellas en 1841. Recibió educación de tutores franceses y alemanes. A los 16 años entró en la Universidad Kazán, donde cursó estudios de lenguas y leyes. En el año 1851 se incorporó al ejército, participando en  la guerra de Crimea en 1853.

Desde su juventud se esforzó por contribuir de manera práctica a la instrucción pública. Viajó por el extranjero visitando escuelas alemanas y francesas. Más adelante, en Yásnaia Poliana creó para los campesinos escuelas y centros de trabajo.
En 1862, se casó con Sofía Andréievna Bers, miembro de una culta familia de Moscú, con la que tuvo 15 hijos. En 1877 se convirtió al cristianismo.

Con 82 años, atormentado por la disparidad entre sus criterios morales y  su riqueza material, y por  las disputas con su mujer, que se oponía a deshacerse de sus posesiones, Tolstói, acompañado por su médico y la menor de sus hijas, se marchó de casa a escondidas en medio de la noche. Tres días más tarde, cayó enfermo de neumonía y, el 20 de noviembre de 1910, falleció en una estación de ferrocarril en Astápovo (hoy Lev Tolstói).

Sus obras han dejado una huella imborrable en la historia de la literatura universal: la profundidad de sus intuiciones humanas y la precisión psicológica en la descripción de sus personajes lo erigen en uno de los pensadores morales más fecundos y más fascinantes de la literatura de todos los tiempos. 

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