El libro
presenta un interesantísimo diálogo epistolar entre el filósofo Umberto Eco y
el Arzobispo Emérito de Milán, Carlo María Martini seguido de un “coro” de
intelectuales italianos de reconocido prestigio. La premisa del intercambio,
publicado por la revista Liberal a partir de marzo de 1995, es la reflexión
sobre los principales claroscuros que se abren ante el Hombre en estos tiempos
de cambio y duda desde la perspectiva de quienes ven una trascendencia en la
vida y en los actos y de quienes, partiendo de otras premisas, se esfuerzan por
encontrar motivos para la Esperanza y para no morir en la apatía frente a un
televisor, incapaces de tomar partido, en palabras de Umberto Eco.
Para el autor, el diálogo entre el mundo laico y el mundo católico, para
encontrar puntos comunes, debe darse sobre todo en torno a asuntos éticos. La
ética propuesta por Eco se sostiene en lo que llama “ética del reconocimiento
de la importancia de los demás”. Martini le responde en la última carta que
reconoce que en la ética hay una confluencia, pero que la ética no alcanza para
dar sentido a la existencia humana, y debe abrirse a la existencia de la
verdad.
Umberco Eco (Alessandria,
1932 - Milán, 2016)
Escritor,
filósofo y profesor de universidad. Autor de numerosos ensayos sobre semiótica,
estética, lingüística y filosofía, así como de varias novelas. “El nombre de la rosa” es la más universal.
Su obra es
extensa y el último libro publicado es póstumo. “De la estupidez a la locura”
publicado en 2016, donde recopila artículos publicados en prensa seleccionados
por él mismo antes de su fallecimiento.
Reconocido
ateo, en varios puntos de su vida se interrogó, y fue interrogado sobre su
relación con la fe. Se mostró abierto al diálogo con la fe que se concretó en
el libro que leemos.
Se busca un
SENTIDO a la existencia, sin él el individuo está perdido. Viktor Frankl lo
encontraba a través de VALORES: estéticos, actitudinales, creativos…
Animamos a participar a
todo el que quiera dejar sus comentarios sobre este ensayo
Club de ensayo “Preludio” (Reunión del día 24
de enero de 2017)
¿Cuál es la referencia de comportamiento de un creyente? Dios, a través
de la fe.
¿Cuál es la referencia de comportamiento de un no creyente? La razón.
El comportamiento ético común a ambos es hacer el BIEN. Su objetivo es
superar el horizonte personal y buscar el bienestar de los demás. Todo el
comportamiento ético del hombre es una mirada a los demás, llevando implícitas
las relaciones de convivencia y buscar el bienestar de los demás.
El fundamento religioso está asociado a la esperanza de una vida en el
más allá. Pero ¿el ideal religioso conlleva un comportamiento ético? ¿Si no
hubiera la esperanza del paraíso existiría una ética cristiana?
¿Para normalizar las leyes de convivencia se necesita un más
allá? ¿Esta búsqueda de trascendencia es connatural para explicar nuestra
finitud? O planteado de otra manera ¿un intento de superar la individualidad y
limitación de cada persona es reconocerse en el otro y en el TODO o lo
ABSOLUTO?
La sociedades se van haciendo más complejas, los dioses variados. No
únicamente los tradicionales, la tecnología, el dinero son dioses que nos
acompañan hoy. Lo que subyace es una necesidad de diálogo que busque un
entendimiento que preserve y promueva valores superiores.
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