“Desde hace
ya bastantes años, cuando se acerca el período de las fiestas patronales, de
verano, de las ciudades y villas de Navarra y Guipúzcoa, sobre todo, la gente,
en general, toma una actitud inversa a la que adoptaba en épocas anteriores
(…). Aunque la fiesta se lleve a cabo, la « ilusión » falta. Se prevén broncas,
altercados, insultos, choques con la fuerza pública, heridos y hasta muertos.
¡A ver si ocurre lo del año pasado! (…). ¿Cómo devolver la «iIusión» a los pamploneses y a sus visitantes de
tierra próxima o de tierra lejana? No parece que hay receta para ello (…). En
nombre de la «modernidad» se pretende suprimir la violencia antigua, regulada
hasta por la música (en Pamplona el riau-riau) .... y se introduce la violencia
moderna con la metralleta como herramienta y está niariejada en nombre del
concepto A o del concepto B, con arreglo a «principlos». ¿Qué durará esto? A la
corta nadie lo puede decir".
Artículo presentado por Ignacio González "Iñaki"
Julio Caro
Baroja (Madrid 1914 – Vera de Bidasoa, Navarra, 1995)
Fue un
antropólogo, historiador, lingüista, folklorista y ensayista español, sobrino
del escritor Pío Baroja y del pintor y escritor Ricardo Baroja. Hijo del editor
Rafael Caro Raggio y de Carmen Baroja, sobrino del novelista Pío Baroja y del
pintor Ricardo Baroja, y hermano del documentalista, etnógrafo y escritor Pío
Caro Baroja. Se doctoró en Historia antigua por la Universidad de Madrid, donde
ejerció brevemente como profesor. Fruto de su formación
y de los maestros que tuvo, sus primeros trabajos tratan sobre temas
etnográficos, escritos cuando tan sólo tenía 15 años, así como su tesis
doctoral en 1941, que fue la base de una trilogía muy posterior acerca de los
ciclos de las fiestas de invierno, de primavera y de verano.
En sus primeros libros se expone una síntesis de la etnología en España
y en particular de la del País Vasco. Viajar al Sahara en 1952 hizo que su
interés se orientara hacia el hecho de las minorías étnicas. En los 18
volúmenes que componen los Estudios vascos se recogen artículos publicados
entre las primeras monografías (La vida
rural en Vera de Bidasoa, 1944; Los
vascos. Etnología, 1949) y obras de madurez como La hora navarra del XVIII (1969), Etnografía histórica de Navarra (3 vols., 1971–1972) y La casa en Navarra (4 vols., 1982). Escribió
también sobre su familia; en su gran ensayo, Los Baroja, habla sobre su tío Pío Baroja, su otro tío Ricardo,
pintor, y sobre toda su familia. Fue enterrado en Vera de Bidasoa (Navarra),
donde los Baroja poseen una casa familiar llamada «Itzea».
Su obra alcanza unas setecientas entradas entre libros, artículos, prólogos y ensayos. Es considerado en España
como el iniciador del llamado enfoque histórico-cultural.
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Y de nuevo pasó…
No
eran las cinco de la tarde, si no las diecinueve treinta, mientras esperábamos
que salieran los contertulios del Club de ensayo que nos precedía y que tan
celosamente nos habían custodiado en su seno a Luiso y Ricardo… y a César que,
dada su profesionalidad, ha sido fichado para hacer reportajes fotográficos con
finalidad bloguera.
Los pocos de Articularia que habíamos llegado, dábamos imagen de una
cuadrilla taurina custodiando en capilla a su maestro, en nuestro caso, Iñaki
“el niño del AutoCAD”, que, y siguiendo el símil taurino, se iba a enfrentar a
una “bicha”, “Sanfermines problemáticos” del conocido antropólogo y etnólogo,
don Julio Caro Baroja; de cuyo tío decía Unamuno: “… es que don Pío tiene mucha
miga…”, al recordar la panadería madrileña que, nuestro universal novelista,
había heredado.
Nos
íbamos reuniendo…
Iba
llegando la gente, cuando sacamos a discusión dos cuestiones organizativas y de
método, que iremos resolviendo. La primera, sobre la periodicidad, mientras
unos resaltaban la oportunidad de la mensualidad, otros querían que nos
viésemos todas las semanas. De momento tablas; en el examen de fin de curso nos
lo podemos volver a plantear para el siguiente. La segunda, relativa a que
alguien señaló cómo podíamos visualizar la esencia de los debates; Félix aportó
la conveniencia de enriquecernos mediante unas conclusiones –orales o escritas-
que sinteticen la discusión.
Y
nos vinimos arriba…
Iñaki
centró con maestría el debate, entre la necesidad que tenemos las personas
–tanto en la esfera individual como colectiva- de momentos de relajo,
divertimento y expansión, o sea las
fiestas- y el uso que se ha hecho históricamente, se hace y se hará, por todo
tipo de poderes, especialmente el político y el económico. Se hicieron
aportaciones de todo tipo, incidiendo la mayoría en el aprovechamiento que se
ha hecho, y se sigue haciendo, de esas fiestas como un altavoz muy potente para
determinados grupos, en el caso concreto de los Sanfermines, de los
nacionalistas e independentistas radicales.
Y
pese a que unos incidían más en la función de desfogar energías que las fiestas
tienen, en todo tipo de culturas y lugares, y otros en el uso y abuso torticero
que determinados grupos hacen de las mismas, todos convenimos en la
realidad de esta dialéctica.
Articularia
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