En
una escalera de vecindad se entrecruzan durante treinta años las vidas de
varias familias.
Son personas sencillas, madres y padres que se preocupan por el bienestar de sus hijos, jóvenes que ambicionan cambiar el mundo y caen en las redes del amor, ancianos que temen una jubilación con escasos recursos…
Son personas sencillas, madres y padres que se preocupan por el bienestar de sus hijos, jóvenes que ambicionan cambiar el mundo y caen en las redes del amor, ancianos que temen una jubilación con escasos recursos…
Sus
aspiraciones, sus inquietudes, sus penas desfilan fugazmente ante nuestros ojos
en un escenario que es un lugar de paso.
Pero en la brevedad de sus diálogos
descubrimos la profundidad de sus sentimientos y preocupaciones, las humanas
contradicciones que los agobian y la falta de coraje con que afrontan sus
vidas.
Y
es que los seres que suben y bajan por la escalera se muestran, como en tantas
tragedias, incapaces de asumir la verdad de sí mismos y, haciendo uso de su
libertad, toman decisiones equivocadas: y en ello radica el desgraciado destino
que contribuyen a forjarse pero también la esperanza de que otros aprendan de
sus errores y alcancen la felicidad.
Antonio Buero Vallejo (Guadalajara, España 1916-2000)
Antonio
Buero Vallejo, dramaturgo, estudió Bellas Artes en su juventud con el fin de
dedicarse a la pintura, pero su afición a la escritura le llevó a decantarse
por entero al teatro. Encarcelado seis años durante la dictadura franquista,
Buero supuso
la aparición de una voz crítica en la escena española de principios de los años
cincuenta. Su obra gira en torno a los condicionantes externos y sociales que
afectan al individuo, mostrando una actitud profundamente humana que sitúa al autor
en una posición contraria a los dramaturgos de programa político. Tragedia y
esperanza se entremezclan en el conjunto de su producción teatral, que ya ha
sido reconocida con numerosos galardones, entre los que destaca el premio Cervantes
de Literatura.
En
1948 se dió a conocer, y obtuvo el premio Lope de Vega, con Historia
de una escalera, que trata de las aspiraciones
y frustraciones de los inquilinos de una casa de vecinos del viejo Madrid. La
obra causó impacto por su realismo y su contenido social. El proceso crítico a
la sociedad española, dentro de una concepción ética más que política, se
refleja directamente en piezas como Hoy es fiesta (1956), Las
cartas boca abajo (1957) y El tragaluz (1967),
o se halla recubierto de referencias simbólicas en En la ardiente
oscuridad (1950), donde el autor recurre ya al motivo de los
ciegos, La tejedora de sueños (1952), La
señal que se espera (1952), Casi un cuento de hadas (1953), Aventura
en gris (1963), Llegada de los dioses (1971)
y La fundación (1974), con personajes que se mueven en
un universo cerrado a la esperanza. Dentro de un propósito crítico
semejante, los elementos históricos se introducen en Un soñador para
un pueblo (1958), sobre el motín de Esquilache, El
sueño de la razón (1970), que tiene a Goya como
protagonista.
Tal
vez mediante estos recursos -el simbolismo y la reflexión histórica- el
autor pudo esquivar de paso los rigores de la censura franquista y poder ver
estrenadas sus obras con normalidad. En todo caso, el “posibilismo” defendido y
practicado por Buero Vallejo provocó en los años sesenta una áspera polémica
con Alfonso Sastre.
Entre
sus últimos títulos figuran: Caimán (1981), Diálogo
secreto (1984) y Lázaro en el laberinto (1986).
Fue galardonado con el Premio Miguel de Cervantes (1986). En 1989 publicó Música
cercana, y durante los años noventa vio la luz una recopilación de
poesías y escritos publicados en diversas revistas entre 1949 y 1991 titulada Tentativas
poéticas (1991), además de una edición de sus Obras
completas (1994) hasta la fecha, y la obra teatral Las
trampas del azar (1994). Ingresó en la Real Academia Española en
1971, recibió el Premio Nacional de Teatro en 1980 y fue también galardonado
con el Premio Nacional de las Letras (1996) y con el Premio Max Honorífico
(1999)
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