lunes, 3 de noviembre de 2014

"Historia de una escalera" de Antonio Buero Vallejo

En una escalera de vecindad se entrecruzan durante treinta años las vidas de varias familias.
Son personas sencillas, madres y padres que se preocupan por el bienestar de sus hijos, jóvenes que ambicionan cambiar el mundo y caen en las redes del amor, ancianos que temen una jubilación con escasos recursos…
Sus aspiraciones, sus inquietudes, sus penas desfilan fugazmente ante nuestros ojos en un escenario que es  un lugar de paso. Pero en la  brevedad de sus diálogos descubrimos la profundidad de sus sentimientos y preocupaciones, las humanas contradicciones que los agobian y la falta de coraje con que afrontan sus vidas.
Y es que los seres que suben y bajan por la escalera se muestran, como en tantas tragedias, incapaces de asumir la verdad de sí mismos y, haciendo uso de su libertad, toman decisiones equivocadas: y en ello radica el desgraciado destino que contribuyen a forjarse pero también la esperanza de que otros aprendan de sus errores y alcancen la felicidad.

Antonio Buero Vallejo  (Guadalajara, España 1916-2000)

Antonio Buero Vallejo, dramaturgo, estudió Bellas Artes en su juventud con el fin de dedicarse a la pintura, pero su afición a la escritura le llevó a decantarse por entero al teatro. Encarcelado seis años durante la dictadura franquista,
Buero supuso la aparición de una voz crítica en la escena española de principios de los años cincuenta. Su obra gira en torno a los condicionantes externos y sociales que afectan al individuo, mostrando una actitud profundamente humana que sitúa al autor en una posición contraria a los dramaturgos de programa político. Tragedia y esperanza se entremezclan en el conjunto de su producción teatral, que ya ha sido reconocida con numerosos galardones, entre los que destaca el premio Cervantes de Literatura.

En 1948 se dió a conocer, y obtuvo el premio Lope de Vega, con Historia de una escaleraque trata de las aspiraciones y frustraciones de los inquilinos de una casa de vecinos del viejo Madrid. La obra causó impacto por su realismo y su contenido social. El proceso crítico a la sociedad española, dentro de una concepción ética más que política, se refleja directamente en piezas como Hoy es fiesta (1956), Las cartas boca abajo (1957) y El tragaluz (1967), o se halla recubierto de referencias simbólicas en En la ardiente oscuridad (1950), donde el autor recurre ya al motivo de los ciegos, La tejedora de sueños (1952), La señal que se espera (1952), Casi un cuento de hadas (1953), Aventura en gris  (1963), Llegada de los dioses (1971) y La fundación (1974), con personajes que se mueven en un universo cerrado a la esperanza. Dentro de un propósito crítico semejante, los elementos históricos se introducen en Un soñador para un pueblo (1958), sobre el motín de Esquilache, El sueño de la  razón (1970), que tiene a Goya como protagonista.
Tal vez mediante estos recursos -el simbolismo y la reflexión histórica-  el autor pudo esquivar de paso los rigores de la censura franquista y poder ver estrenadas sus obras con normalidad. En todo caso, el “posibilismo” defendido y practicado por Buero Vallejo provocó en los años sesenta una áspera polémica con Alfonso Sastre.

Entre sus últimos títulos figuran: Caimán (1981), Diálogo secreto (1984) y Lázaro en el laberinto (1986). Fue galardonado con el Premio Miguel de Cervantes (1986). En 1989 publicó Música cercana, y durante los años noventa vio la luz una recopilación de poesías y escritos publicados en diversas revistas entre 1949 y 1991 titulada Tentativas poéticas (1991), además de una edición de sus Obras completas (1994) hasta la fecha, y la obra teatral Las trampas del azar (1994). Ingresó en la Real Academia Española en 1971, recibió el Premio Nacional de Teatro en 1980 y fue también galardonado con el Premio Nacional de las Letras (1996) y con el Premio Max Honorífico (1999) 

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