viernes, 10 de octubre de 2014

"La abadesa de Castro" de Stendhal



Es la primera de estas crónicas y considerada una de las obras más delicadas y salvajes del autor. Hay un repertorio en el que se complace: un bandolero gallardo y generoso, pobre y valiente; una joven «capaz de un apasionado amor que se alimenta de grandes sacrificios», y como fondo las luchas a muerte de unas facciones rivales, las grandes familias de los Colonna y los Orsini.

Y monjas, obispos y cardenales que no son precisamente modélicos, y que armonizan las prácticas más piadosas con las acciones menos recomendables.


Stendahl (Grenoble, Francia, 1783-1842)

Marie Henri Beyle, su verdadero nombre, nació en Grenoble en 1783. Hijo de un abogado, fue educado primero por un sacerdote jesuita y más tarde estudió en la École Centrale laica de Grenoble. Viajó a París, y a los 17 años ingresó en el ejército de Napoleón. Disfrutó de la vida social de los militares en Milán, pero en 1802 abandonó el ejército y llevó una vida bohemia en París. En 1806 se quedó sin dinero y volvió al ejército, donde desempeñó diversas misiones diplomáticas y participó en la fracasada campaña rusa de 1812. En 1814, tras la caída de Napoleón, viajó a Italia, donde vivió siete años. Acusado por el gobierno austriaco, que entonces gobernaba en el norte de Italia, de apoyar el movimiento de independencia italiano, fue expulsado de Italia en 1821. Regresó a Francia cuando cesó la persecución de los defensores de Napoleón y se estableció en París para dedicarse a leer y a escribir. Llevó una vida social e intelectual muy activa, frecuentando diversos salones literarios en los que destacó por su habilidad en el arte de la conversación. En 1830, a la llegada al trono de Luis Felipe de Orleans, fue nombrado cónsul de Francia en la localidad italiana de Trieste. En 1831 fue destinado a Civitavecchia, cerca de Roma, donde permaneció hasta que murió de un ataque al corazón en 1842.

Su apego al individualismo es la causa por la que generalmente se le incluye entre los escritores románticos. Pero el extremado rigor crítico con que analiza la psicología humana lo hace destacar como uno de los primeros escritores realistas del s. XIX.

Para Stendhal la novela debía ser “Un espejo que se pasea a lo largo de un camino. Unas veces refleja a vuestros ojos el azul del cielo, otras el fango de los lodazales.


Algunas de sus obras: Historia de la pintura en Italia (1817), Roma, Nápoles y Florencia (1817), Sobre el amor (1822), Rojo y el Negro (1830), La cartuja de Parma (1839), Crónicas italianas (1929).



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